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Sexy Sandro - Revista Cielos Argentinos

Roberto Sánchez nació en agosto de 1945, en Buenos Aires, y murió aún joven, hace apenas tres años. Entre esas dos fechas se desplegó un ídolo magnético, que fue rockero precursor y más tarde cantautor de baladas. Pero, sobre todo, un sex-symbol arrasador. Hoy, una muestra con material inédito repasa su trayectoria

“Sandro” fue el nombre que los padres de Roberto Sánchez eligieron para bautizar en 1945 a su primer y único hijo, un leonino apasionado que heredó los rasgos exóticos de su progenitor, de origen romaní. La negativa de la Iglesia, sin embargo, provocó que esas seis letras quedaran reservadas para designar, veinte años después, la explosiva faceta musical de este bonaerense seductor.

De cómo el niño de Valentín Alsina se convirtió en el controvertido Gitano, versa la muestra que ofrece hasta el próximo 6 de octubre el Centro Cultural Borges. La exposición se celebra con motivo de las bodas de oro de la carrera musical del cantautor, pues hace cincuenta años publicó el primero de su treintena total de discos.

La propuesta es un recorrido, a través de varios objetos, por los éxitos y los quiebres de la vida de Sandro: se ve, por ejemplo, reflejada en una polaroid, su versión veinteañera entre sábanas azules, o a un Sandro al teléfono o sorprendido pintando un retrato. En la compilación hay también recetas de cocina (salchichas a la húngara, cerdo a la miel), y una seguidilla de pasaportes con imágenes ladeadas en blanco y negro. Hay un video de un viaje de placer y una fotografía de sus manos viriles (“Soy un acariciador nato, tengo que tocar para sentir”). Hay discos de su colección personal, guitarras brillantes, letras manuscritas. Y hay, naturalmente, una habitación anochecida donde brillan sus trajes de estrella. Cuero, fleco y tachuelas.

Su cuerpo esbelto se movía de joven dentro de los límites de esas telas. Y sus fans reaccionaban furiosas, poseídas, cuando Sandro les regalaba sobre los escenarios los movimientos convulsivos de cadera que eran escándalo y fuego. “Tengo admiradoras de 15 y de 70”, solía decir. Y parece que la tendencia perdura: en la muestra circulan mujeres de cualquier edad, que se llevan encerrados en sus celulares –tras muchos clics- los ojos negros y abismales de este latinlover de rostro glorioso. En el libro de visitas, una de ellas sintetiza la incondicionalidad: “Sandro, siempre te amaré. Por los siglos de los siglos”.

Ayer le hacían llegar su lencería, hoy, sus consignas eternas.

Elvis Argentino

Al muchacho que rasgaba la guitarra lo relevó un joven rebelde que se recortaba anchas las patillas y que hoy es considerado “el primer rocker de la Argentina” (según la revista Rolling Stones). Su primer grupo de éxito fue “Sandro y los del Fuego” aunque su verdadero trampolín se dio en 1967. En ese año, su estilo ya más suavizado le llevó al triunfo en el Festival de la Canción, en el que interpretó, con sólo 22 años, la balada romántica La consagración llegaría tres años después, con un simbólico recital de entradas agotadas en Nueva York, en medio de giras mundiales en las que cantaba hits como , o.

La vida en miniatura que traza el Borges relata poco más. Y por eso resaltan dos mutis importantes. Uno, el motivo de su muerte, una complicación derivada de sus continuos problemas pulmonares (Sandro fumaba frenéticamente desde los 13 años). Dos, su vida íntima, con la que siempre fue tan celoso. Trascendieron Julia Viscanti, Tita Rous, María Elena Fresta y su última mujer, Olga Garaventa. Los detalles del resto, el argentino más sexy de la historia, se los llevó consigo a la tumba.

--- Sandro de América en cifras ---

Desde hace unos años, el talento se cuenta por unidades. Y en ese terreno, Sandro tampoco defrauda: los números dicen que vendió veintidós millones de discos en todo el mundo, que protagonizó trece largometrajes, que obtuvo un Grammy Latino por toda su trayectoria, y que fue el primer latino que cantó en el Madison Square Garden de Nueva York. En Argentina, el éxito lo vieron de cerca: el artista alcanzó el récord de cuarenta noches consecutivas con sala llena en el teatro Gran Rex, convocando ni más ni menos que a 120.000 espectadores.

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